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A mi sobrino.

A veces cuando despierto agradezco por algo. Un día agradecí tener pies y que estén completos, me considero afortunada por ello, no como mi amiga Julia a quien se le rompió el derecho.

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Julia, más conocida como mi sobrino, se rompió el pie hace algunas semanas. Cuando me lo contó, creí que se lo había roto haciendo alguna rara postura de Yoga. Ella es instructora de Yoga, empezó siendo aprendiz y luego, con perseverancia y esmero, se convirtió en profe, pero no se lo rompió en la práctica.

Ella vive en Barcelona, cuando ya tenía comprado mi pasaje para ir a visitar a mi sobrino en busca de aventuras, voy escuchando que el sobrino se rompió la pata. La verdad es que me dio pena, no me dolió pero me imagino que a ella si le dolió mucho, no sólo el pie sino también el alma porque quedaría incapacitada por un tiempo.

Ella igual vino con su prima a Holanda una semana antes de que yo fuera a visitarla. Llegó con una muleta, no podía con las dos porque no tendría cómo llevar la maleta, sólo tiene dos brazos, pero chupa como si tuviera cuatro.

Nuestros encuentros son siempre épicos, estos dos últimos fueron diferentes por el tema de salud, yo tampoco estaba al cien por ciento debido a algunos achaques causados por la edad, así que nos limitamos a comer, pasear y conversar pero no mucho porque no nos gusta que nos hablen todo el tiempo. En eso nos parecemos mucho, nos gusta la compañía pero también valoramos el silencio, nos gusta que nos hablen lo necesario y no perturben nuestros pensamientos. Nos interesa escuchar nuestros demonios internos, pero felizmente siempre encontramos el momento justo para reirnos, en este caso burlándonos de su pie fracturado por subir a una patilla creyéndose la mujer araña.

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Felizmente la fortaleza del sobrino es inquebrantable, nos conocemos ya varios años, he sido testigo de algunos episodios importantes de su vida y ella de la mía y sé que siempre que ha pasado por tormentas ha salido seca y peinada. Aún no tiene el pie soldado pero el sobrino igual desenrolla la esterilla, se para sobre un pie y cuando no, se para de cabeza.

A mi Sobrino…

Una cita con la amistad

11:00 tengo una cita con Gabi y con Astrid en Utrecht. Antes solíamos vernos más temprano, así yo tenía suficiente tiempo para regresar a casa. Ahora la situación ha cambiado porque Astrid tiene una hermosa bebé de pocos meses y Gabi está embarazada de muchos meses. Tengo muchas ganas de verlas, las veo muy poco.

Las conocí precisamente en Utrecht, en la escuela de idiomas donde mi intención era aprender el holandés como lengua materna aunque pasé por allí sin mucho éxito. Yo vivo en Amersfoort, no vivo en el centro pero me encantaría, vivo en un barrio al norte de la ciudad donde pasan autobuses cada 15 minutos. Claro que siempre puedo transportarme en bicicleta pero con el frío y a veces el calor. prefiero el bus.

Llego a la estación casi siempre con tiempo. Especialmente en horas punta está muy llena y me distraigo viendo a la gente, me encanta verles los ojos tan multicolores, azules, verdes, marrones y raros que son mis favoritos.

A veces me pasa que, como hoy, llego justo a tiempo, el tren partía a las 9:58, hice mi chequeo a las 9:56, se me desataron los pasadores, no le di importancia, seguí corriendo escaleras abajo y veo a la conductora subiendo al tren y pienso que ya me dejó, sigo corriendo y la puerta del tren se cierra, una señora de la edad de mi mamá me dice «ya se va». Ta ma, pienso. 9:58 el tren ya se fue.

Me siento y pienso que todavía tengo tiempo, aunque quiero llegar a la estación más temprano porque me encanta, es un centro comercial muy grande y aunque no compro (mucho) me divierto mirando escaparates, me siento y tomo un café, invito a mi soledad y disfruto de su compañía.

Casi siempre que estoy en esta estación llevo un detalle a mis hijas, pienso que cuando crezcan un poco más iremos de compras por allí y tomaremos un café juntas.

Por fin me encuentro con mis amigas, confirmo que la vida no tiene freno, luego de abrazamos y besarnos decidimos quedarnos en la estación, nos sentamos en un Starbucks, más cómodo para todas, antes íbamos más lejos y compartíamos el gusto por los bagels. Nos desparramamos en los cómodos sofás todas con algo de más. Astrid con un bebé en brazos, Gabi con una barriga que crece sin piedad y yo con unos kilos de más.

Carta para los amigos y amigas 

Como habrán notado ya no estoy en Cusco y me instalé en una linda ciudad en medio de Holanda. La verdad es que es preciosa, lo más loco que me pasó fue el otro día que me fui a caminar un poco por el centro, era como si ya hubiera estado allí. Me detuve en un puentecito y parecía todo tan familiar que no me sentí perdida, así que creo que estoy en el lugar correcto, se llama Amersfoort.

Mi casa no está en el centro, está a unos 20 minutos en bus o auto y en bici a unos 25-30 minutos. Osea es como seguir viviendo en Sta. Ursula.

El cole de mis hijas esta a 10 minutos caminando y es una ruta bonita con canales, puentes, mucho verde, bicicletas, además vemos peces, patos, gansos y cisnes a los que les damos pedacitos de pan que llevamos de casa.


Junto al cole hay un centro comercial bastante decente tiene lo que necesito en este momento que no es mucho.

Dejo a las bebes y sigue mi vida, diferente. Mi esposo trabaja fuera y no tengo a quien joder y mis crías en el cole, no tengo quien me joda. Ironías de la vida.

Entonces entenderán que tengo toda la mañana para hacer o deshacer. Debo seguir el curso de holandés pero no hay cupo en la escuela para el grupo que me corresponde, así que solo me queda esperar y desde ayer estoy estudiando en casa. Ayuda que en el cole la gente se me acerca y me presionan para que hable el idioma. Hay mamis lindas, otras miran de reojo con desconfianza, ya se les pasará cuando me conozcan jiji.

No he visto mamis latinas pero conocí a una afgana con unos ojos impresionantes, me da roche de mirarla de lo guapa que es. Graciosa y buena gente, me da tips de supervivencia.

Luego me queda arreglar la casa. Acá tienen sus casas más que limpias, ordenadas y lindas. Como sabrán no es mi fuerte, aunque la casa felizmente es pequeña y me toma poco tiempo poner orden. El suelo es una mierda, de concreto. Bien loco, dicen que es para tener un mejor sistema que mantiene el calor pero la verdad me cago en este suelo, no hay forma de limpiarlo, es poroso y hay que cepillar. Con las justas me cepillo los dientes y el cabello, figúrence. Cuando viene alguien a visitar trato de justificar mi mugre diciendo que no tengo idea de cómo limpiar este suelo y me ayudan jajajajaaa. Se ponen de cuclillas y lo analizan, comienzan a limpiar, a echar chorritos de agua, frotar, aspirar, bien buenos son jaaaaa.

Y Bueno, lo que más abunda acá son holandeses y arañas, que bestia para haber arañas! Las odio. Dicen que es para que atrapen mosquitos pero me vale madre porque igual me pican los zancudos. En el único lugar donde no me picaron hasta ahora es en el poto porque duermo con calzón, sino estaría hinchada.

 

es un avión ? noooo! es una araña (hacer zoom)

Respecto al desorden de mi cuerpo ya tomé cartas en el asunto y mañana iré a una clase de prueba de zumba.
Como verán no hay mucho que hacer por el momento, por lo menos hasta que domine el idioma o concrete unos pensamientos que me dan vueltas, aunque no quiero pensar mucho.

Los quiero mucho.