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Caminar y caminar

Salir a pasear sin rumbo alguno, sólo con la intención de regresar a casa, es una cosa que me encanta hacer.

Me animo a salir aunque dude si va a llover o no, me divierto más si salgo sola, adentrándome en mis pensamientos sin más interrupciones que mi inestabilidad para la concentración y paso de un recuerdo a un proyecto o de una idea a un hecho.

Escucho por los audífonos lo que suena, me gusta cualquier género musical, disfruto la melodía que continúa. Me siento libre, el viento frío acaricia mi piel, protejo mi rostro dentro de la casaca.

Salgo a caminar, a veces para escapar de esas cuatro paredes que son mi hogar, necesito salir y a veces hasta huir. En esos caminos que no sé cómo elegir me escondo aunque todos me vean.

La sonrisa de un extraño me hace pensar en la gentileza de la gente, esa piedra que sin querer pateo me hace recordar que aún puedo jugar con canicas.

Sale un rayo de sol, alumbra mi piel y disfruto de él, su calidez me recuerda que estoy viva y a la vez veo lo hermosa que soy.

Donde esta mi casa?

Otro día en la oficina, sólo que éste es diferente porque es el último día que trabajo este año y, además, es víspera de Navidad. Lo único en lo que puedo pensar es que quiero estar en casa, pero a la vez me confundo, pienso y me pregunto: ¿Pero en qué casa?

Mi casa solía estar tan lejos de aquí, y aunque por estos lares hemos construido un lindo lugar donde pasar nuestra vida contemplando cómo crecen nuestras hijas, aún siento que la mitad de mi corazón está allá tan lejos, donde crecí con dos hermanos mayores que, a su manera, me protegieron siempre.

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A veces pienso en ellos y me vienen a la mente lindos recuerdos, como esos paseos en vísperas de Navidad: Mi mamá nos daba una propina y nos mandaba a pasear y comprar algo bonito. Recuerdo caminar con ellos por el centro de la ciudad, los dos siempre atentos a donde yo estaba tal como mi mamá se los había encargado. ”Cuiden a su hermana” les decía siempre y ellos siempre obedecieron.

Por circunstancias de la vida fui a la misma facultad con el menor de mis hermanos mayores, no despredía de mí su ojo vigilante, pero yo siempre buscaba la manera de escabullirme. Él me reñía, no quería que ande con sus amigos, era súper celoso. Ahora lo entiendo, siempre fui su hermanita y mi mamá le dijo que me cuidara. A veces coincidíamos en una reunión de compañeros y resultaba muy divertido, todos sabían que si estábamos juntos la diversión estaba asegurada.

El mayor de mis hermanos mayores comenzó a trabajar muy joven y, aunque era tacaño, siempre compartía conmigo lo que podía. No era sólo yo su protegida, él siempre protegía a todos, aún lo sigue haciendo. Si bien es un tonto, es sabio en su actuar y noble de corazón.

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Cuando era niña me llevaban y recogían del colegio, a veces llovía y llegábamos a casa empapados de la cabeza a los pies. Entre los dos me hacían cosquillas y yo carcajeaba hasta no poder contener los esfínteres.

Lloraba por su atención, cuando no querían jugar conmigo le decía a mi mamá que me estaban fastidiando para que los castigase. Ahora sé que mi mamá los castigaba con un guiño de ojo, sólo para que la niña se quede contenta. Entonces los pobres me prestaban sus carritos y ya podía jugar con mis hermanos mayores, tan guapos ellos, parecían mellizos, al menos eso me gustaba pensar.

Cuando nos hicimos grandes salíamos a comer sólo los tres para interrogarnos, apoyarnos, discutir y, por último, para querernos. Aún hoy en día cuando los visito lo hacemos, no importa el lugar lo bonito es estar con ellos.

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Un lunes como cualquiera

Como algunos días de la semana, me levanto a las 6:21h, me baño, me visto, me peino y me maquillo un poco mientras voy llamado por su nombre a mis niñas para que despierten.

Bajo a la cocina, vacío el lavavajillas, pongo a hervir agua para tomar mi infusión de gengibre con limón (jamás tengo hambre tan temprano), preparo fruta para las niñas, Jeroen prepara el pan para el almuerzo, tomo mi té y como trozos de pepino.

Sofía baja con esa sonrisa que alegra el día, la apachurro y ella me premia con un beso. La peino, como siempre, con una sola trenza. Subo a ver a Elena, ella tiene mucha flojera y quiere seguir durmiendo, me pide que le alcance la ropa y le lanzo por los aires unos leggins bicolor: rosado y blanco, un polo gris y ropa interior. Se viste de inmediato y también le ayudo a peinarse, le doy un beso y me despido.

7:28h, agarro un paraguas y salgo de casa, llueve y el cielo está gris, parece que será un día muy largo. Subo al carro y conduzco por la vía expresa y comienzo a tararear la canción de Christian Meier “Carreteras mojadas”, sonrío. Manejo bajo esa lluvia persistente durante más de 50 minutos. 8:21h, llego al parking, apago el carro, respiro un rato, me miro al espejo, reviso mi celular y bajo del carro.

8:28h entro a la oficina, prendo la computadora, reviso el teléfono de la oficina, hay mensajes de voz y algunos con preguntas que me dispongo de inmediato a contestar, mi correo apenas tiene 5 mensajes, uno de publicidad, y los demás de trabajo.

Miro por la ventana y la lluvia ha cesado pero el cielo sigue gris. Entra mi colega y me pregunta por unos documentos que no encuentra en el sistema, reviso y me doy cuenta de que olvidé guardarlos la semana anterior, me dispongo a hacerlo aunque pensaba que ya lo había hecho, quizás estaba distraída.

10:18h, llama Roberto, carpintero de profesión y me cuenta que vive en España, pasa por un momento difícil, al paracer problemas con su ex, quiere trabajar en Holanda para marcar distancia. Capto su acento peruano y él, a la vez, me pregunta si soy peruana. Me vuelve a preguntar mi nombre y me dice que su hija se llama igual y es una niña terrible, yo le digo que no tiene que ver con el nombre porque yo soy un ángel jaja… La niña tiene 2 años y rompre todo. Mientras hablo con Roberto entra un hombre a la oficina para limpiar las ventanas y baja las macetas al suelo, termina de limpiar y luego las vuelve a poner en su sitio. Me despido de Roberto con la promesa de buscar un puesto ideal para él.

11:30h, ya siento hambre, recuerdo que no comí mucho, será por eso, me distraigo haciendo unas llamadas. 12:23h, veo al hombre que limpia los vidrios que lo hace por fuera, pienso que se puede caer, lo miro y me saluda con la mano.

Ya son las 12:32h subo a comer mi pan con queso y jamón, siempre me gustó la combinación del queso con el jamón, nuevamente bajo a mi escritorio, debo terminar mi tarea de la escuela. 13:30h, termina mi pausa, contesto mensajes del teléfono y llamo también a Francisco, José, Pablo y Fernando. Algunos contestan con mucho entusiasmo, a otros les cuesta más, se ponen nerviosos y no saben qué decir.

16:22h, entra una colega que acaba de regresar de vacaciones, se fue a España, tiene un lindo color por los baños de sol que recibió, nos comenta que tiene un montón de trabajo y no tiene ganas de continuar, sigue con el letargo de las vacaciones. Conversamos un poco, es muy alegre y siempre tiene dibujada una sonrisa.

17:23h, ya casi es mi hora de salida, me subiré al auto e iré a clases, siempre llego 5 minutos tarde o 10 porque hay tráfico. La lección termina a las 21h y regreso a casa, comeré lo que Jeroen haya cocinado (hoy toca burritos), tomaré un vino y dormiré.

Ese es un lunes cualquiera para esta extranjera que llegó a Holanda en busca de un futuro mejor, mañana despertaré a la misma hora pero sólo trabajo medio día porque me puedo cansar y no queremos eso.

La niña de las trenzas

Érase una vez una niña de trenzas castañas que correteaba entre árboles, riachuelos y animales.
Trepaba a aquélla colina a destapar piedras, buscar insectos y experimentar con ellos, hasta que un silbido sonoro retumbaba entre las montañas y bajaba raudamente al llamado de su madre que mucha paciencia no tenía.
Llegaba a casa y su dulce madre la esperaba con algo de comer, eran tiempos felices.

La niña de las trenzas era dichosa, miraba curiosa cómo se ordeñaban las vacas, se cortaba el pasto y se sembraban las semillas.
Sus juguetes favoritos eran piedras, semillas de eucalipto, y lodo con el que intentaba hacer una vajilla completa.
Otros días reposaba junto al riachuelo, su sitio favorito y conversaba con las hadas, juntas caminaban y se sentaban a la sombra de un frondoso árbol, la niña caía rendida y dormía bajo el cuidado de sus hadas y su árbol.

Su papá la llevaba más lejos, montaña arriba, le enseñó la nieve y las lagunas transparentes, le contaba historias que parecían fantasía y a la vez realidad.
Por las noches la niña contemplaba los rosales en busca de la mujer de blanco protagonista de una de las historias narradas por su padre.
La niña creció y cada vez que regresa a ese lugar mágico vuelve a ser feliz como esa pequeña de trenzas castañas.

En pausa

6:45, suena el despertador, presiono el botón de 9 minutos más, giro y veo a mi pequeña profundamente dormida, sintiéndose calma, protegida y abrigada. No pierdo el tiempo y la contemplo mientras trato de despertarla, le acarició el cabello, las mejillas, los brazos. Ella sonríe y yo la beso.

En ese instante viene mi pequeña más grande aún media dormida y se tumba junto a su hermana, la abraza y ambas sonríen. Yo las contemplo y soy feliz al saber que hay tanto amor a mi alrededor. Juegan las dos a abrazarse y no soltarse y no querer vestirse. Aún hay tiempo, pienso que pueden jugar un poquito más.

Sofía va a su cuarto a vestirse y Elena también.

Tomo una ducha, me visto pensando como estará el clima. Bajo al comedor y las veo desayunando, Papi ya les ha ayudado a preparar el desayuno. Terminan y vamos al colegio, esta vez caminando agarradas de la mano, estoy agradecida de verlas crecer y agradecida del sentimiento que me invade.

Ahora mismo hago una pausa en mi vida, decidí descansar de tanto correr, de tanto querer volar. En una pausa que hice por casualidad descubrí que no es necesario volar, también se puede caminar lento, así se aprecia más y se disfruta más.

En esa ligera pausa me dí cuenta de que perdí tiempo los últimos meses por querer volar y no saber parar. Ahora descanso, me siento a leer un libro, a disfrutar un café o simplemente a no hacer nada. Ahora voy a recoger a mis hijas del colegio y trataré también de que aprendan que no es necesario correr, también se puede caminar.

El destino no nos pertenece.

Lo que pasa con tu vida no siempre depende de ti, también depende de tu cuerpo o de circunstancias ajenas a tus deseos o decisiones.

Dicen que todo lo que nos sucede es consecuencia de decisiones tomadas en algún momento de nuestra vida.

Yo creo que es verdad hasta cierto punto, por ejemplo, eres feliz en tu trabajo pero no le simpatizas a tu jefe y te echa del puesto que creíste que era preciso para ti. Peor aún con la salud, cuando crees que lo tienes todo y por un dolor tonto descubren que podrías tener una enfermedad terminal.

A los pocos meses de llegar a Holanda, un lindo día soleado, una mamá del colegio de mis niñas se acercó y empezamos a conversar. Fue tan amable y nos divertimos tanto que decidimos ser amigas. A veces viajábamos juntas en el mismo autobús, ella para trabajar y yo para ir a mis clases de holandés. Nos sentábamos juntas y yo le hablaba en holandés para practicar y ella me contestaba en inglés, decía que era más fácil para mi pero yo le decía que seguramente mi holandés era tan malo que prefería no hacer esfuerzo de entenderme. Hasta ahora nos comunicamos en inglés y muy poco en holandés.

Un día que regresaba de algún lado a casa, bajando del tren, la vi entre la multitud y decidí esperarla. Cuando me vio me dio una gran sonrisa, como son aquéllas que le pertenecen, tan llena de luz, tan viva, tan feliz. Se acercó, no dudé en darle tres besos y ella tampoco. Inmediatamente supe que algo andaba mal y noté que tenía una cicatriz en el cuello. Ella quería llorar, yo no se lo permití, le dije que todo iría bien que estaría en todo momento para ella. Me preguntó si seguía buscando trabajo y me reí, ella también. Me contó que le encontraron un tumor y había sido sometida a una cirugía y estaba a la espera de otra. En realidad no sabía cuantas más.

La han vuelto a operar pero al parecer el cáncer podría encontrarse en estado terminal. Tiene un niño de 7 y una niña de 3, ella sufre mucho, se le ve en el rostro compungido. No es para menos, es como sentir en todo momento una muerte anunciada.

Ayer vi un libro que me gusta mucho, no dudé en comprarlo para ella. Se lo di y me agradeció con lágrimas en los ojos y mis ojos reflejaron sus lágrimas a la vez.

Ella decide vivir pero quizás no se le permita elegir.

Anoche tuve un sueño

Desde el 1º de Enero de este año tengo un sueño recurrente: Todo gira en torno a una casa, la casa nunca es la misma, siempre se localiza en escenarios diferentes. A la vez todas son de distintos estilos, en su mayoría de apariencia grande pero pequeñas por dentro.

Créditos : Elena

 Todas las casas me pertenecen de alguna manera, es una sensación confusa… En aquél momento estoy haciendo una transacción ya sea por compra, alquiler, préstamo o regalo. Muy rara vez sueño con la misma gente. A veces el sueño se convierte en una pesadilla en donde no encuentro la salida o si la veo esta trabada o quizá un mueble la obstruye e impide mi huida. Despierto ofuscada, sudorosa y desorientada, luego me cuesta volver a dormir. Pienso y sigo pensando, recuerdo que a esa hora no debo pensar, todo se vuelve diferente cuando pienso mientras debería estar durmiendo, trato de conciliar el sueño. A veces lo consigo, a veces sigo pensando.

Créditos: Sofia

Anoche tuve un sueño que desde el principio fue una pesadilla porque el protagonista era el flamante presidente de Estados Unidos, el conocido Donald Trump. Me ordenaba que le diera mi recetario de cupcakes ante lo cual me negué rotundamente alegando que era una edición demasiado antigua y que debía esperar a la nueva que no tardaría en salir a la venta y le haría llegar a sus propias manos. Sólo bajo esa promesa no me arrebató lo que por derecho era mío.

En un cuadro posterior aparecí sobre una torre protegida por un techo pero sin ventanales, permitiendo que entre la nieve. Miraba desde allí cómo jugaba una amiga con varios niños. Luego apareció mi hermano y me dijo que cumpla con mi compromiso de enviar el libro al presidente porque de no ser así me metería en problemas. Yo me negué rotundamente y mi hermano me dijo: «Y si le mandas a una amiguita?», lo cual me pareció una buena solución, así que empecé a realizar el envío.

Otro año nuevo.

Otro año que termina, otro año que comienza, así es el círculo vicioso de la vida, que a su fin llega con la muerte.

En el tiempo que llevo en este continente, los años me parecen más cortos, debe ser por que tengo la sensación de que comienza el año 2 veces: una el 1 de enero y otra cuando las niñas comienzan el cole, en la segunda quincena de agosto.

Estoy acostumbrada a que comience el año y con él las labores escolares, pero acá es diferente, todo es diferente.

Se va en 2016 pero es solo un número y cuando recuerdo mi trayectoria en él, no fue aburrida, todo lo contrario.

Aprendí muchísimo, aunque fue un año complicado, un año en el que muchas veces no me reconocí, un año que me enseñó a postergar, odio postergar, a mi me gusta actuar ya! Si voy a hacer algo lo hago ya! No me gusta pensar en las consecuencias, luego las enfrento, en fin.


Conocí a mucha gente de diferentes nacionalidades, diferentes culturas, idiomas, religiones, hábitos, cada uno con una historia distinta, muchos de ellos con penas indescriptibles, otros simplemente con muchas ganas de una nueva oportunidad, aprendí mucho de ellos, aprendí que hay mucho camino por andar.


A las 00:00 horas del 2017 tomaré una copa cuyo contenido tendrá un alto porcentaje de alcohol y no pediré, ni rezaré, ni suplicaré que me vaya bien. Simplemente esperaré, eso es lo que ahora sé hacer.

Espero que todos tengan un excelente año 2017.

Eres feliz?

Estaba en la estación esperando el autobus número 3, a un par de pasos de mí estaba una muchacha alta, delgada de larga y blonda cabellera; vestía una chaqueta negra, una chalina negra muy gruesa, pantys y minifalda negra con jaspeado rojo.Ella miraba el celular y de pronto se le acerca un muchacho vestido con casaca de cuero negra y jeans negros. Le cuestiona si puede hacerle una pregunta y ella le dice que si, entonces él comienza con el interrogatorio.

Él: ¿Cómo estás?

Ella: Bien

Él: Por qué?

Ella: No sé

Él: Tuviste un buen día?

Ella: Normal

Él: Reiste hoy?

Ella: No (con voz de asombro y comienza a reír)

Él: Ahora eres feliz?

Ella: No sé

Ya no escuché el resto de la conversación porque llegó mi bus y tuve que subir pero me quedé pensando en la felicidad, me quedé pensando si soy feliz, si hoy soy feliz… me gusta pensar que si lo soy pero, ¿de verdad soy feliz?

¿Y tú eres feliz? ¿Reíste hoy?

Mi cumpleaños.

Cumplir años en tu país, en tu ciudad, con tu gente es una cosa. Cumplir años en otro lugar que no es el tuyo es lo mismo, igual nos hacemos más sabios, no más viejos.

Siempre que cumplo años me gusta organizar una reunión, este año no podía ser la excepción, pero cuando pensé en comenzar recordé que no tengo amigos… jajaaaa, no es verdad! No me tengan lástima.

En realidad no lo hice porque no quería invitar a los que creo que ahora son mis amigos porque no sé si me consideran su amiga. El tema de amistad y conocer gente por estos lares es algo complicado, hasta ahora no le agarro el truco, en fin.

Decidí que cuando haga algo similar a una fiesta invitaré a aquellas personas que me demuestren su cariño bonito y sincero.

No quiero una fiesta tipo holandesa, donde se sientan todos en círculo y hablan con el de al lado acerca del clima mientras toman una copa y pican algo. No quiero que la gente llegue a las 4 y se tenga que ir a las 7, qué horrible! Cuando me toca asistir a uno de esos eventos me hago la que no entiendo nada de nada y me voy cerca del bar, muy asocial mi conducta, pero me aburro.

A los festejos holandeses les falta sabor, sazón. Hay alcohol pero aún así le falta algarabía.

Para mi cumpleaños 40 (faltan 2 años) quiero hacer una fiesta escandalosamente grande, que el vecino me preste su patio para ampliar la pista de baile, tumbar mi pared e invitar a una orquesta de cumbia, y en una esquina poner mi carrito anticuchero. Que vengan todos temprano vestidos de gala y dispuestos a quedarse muchas horas, no me molestaría que llegue la policía a arrestarnos por alterar el orden público y que se queden para hacernos streaptease.

Como soñar no cuesta nada, por ahora me siento y tomo mi copa de vino, abrazo a mi esposo y seguimos hablando de nuestros sueños juntos.

Salud con todos y bienvenidos a mi fiesta.

 

hace 2 años