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Mira el pajarito


La tarde se hacía oscura, Elena y su amiga salieron a jugar a los parques aledaños y yo preparaba un pedido de empanadas para delivery mientras se oía en el parlante la canción de ‘la negra tiene tumbao’ de Celia Cruz.


Miro a través de la ventana y las dos niñas, junto a un vecinito, discuten sobre algo. De pronto Elena entra precipitadamente a la casa, llena de pánico me pide que corra fuera porque había un pájaro herido. Dejé las empanadas en el horno, salí a ver qué acontecía y me encontré con un frágil animal acurrucado y mal herido, un gato caminaba alrededor y los amigos pensaban que él había hecho del pajarito su víctima.


Elena y sus amigos, desesperados, me pidieron que llame a la ambulancia de animales y pida ayuda: ‘por favor mamá llama pronto, el pajarito se puede morir’ me decía mi tierna criatura con esa voz que solo suena a dulzura.


Yo, preocupada por las empanadas que dejé en el horno, corrí nuevamente a la cocina a ver si ya estaban listas, al mismo tiempo que debía preparar las bolsas para llevar las ricas empanadas a su destino. Vuelve a entrar mi niña para preguntar si ya llamé y le dije que lo haría en cuanto pudiera.


Felizmente llegó ‘Súper Papi’ y se puso a disposición de la pequeña y su banda. Llamaron a la ambulancia y les dijeron qué hacer: ‘Ponga al pájaro en una caja de cartón’. Elena retorna rauda a la casa, ‘Mamaaaaaaaaaa necesito una caja de cartón!’ Yo, pensando en las empanadas, no tenía cabeza para buscar una caja de cartón así que le di un polo viejo que estaba por allí diciendo: ‘Vaya esto también sirve’. Pero no, no servía. Viene Jeroen y me dice: ‘Necesitamos una caja de cartón’. En ese momento pienso que me vieron cara de distribuidora de cajas de cartón? Respiro y le digo que saque uno de mis pares de zapatos de su caja y use la pinche caja de cartón.



Voy poniendo las empanadas en orden, estoy contra el tiempo y a la vez me muero por salir y ser cómplice de ese acto tan bonito. Por fin termino de armar el paquete y entran a casa trayendo al pichón en la caja de cartón y Jeroen atento al teléfono para seguir las instrucciones. La amable señora al otro lado de la línea le pide paciencia ya que vendrán en 15 minutos. Yo debo salir para llevar el pedido, les pido tranquilidad a los presentes porque todos están alborotados y también les pido que hagan fotos en cuanto venga la ambulancia porque quería verlo todo. Partí con destino conocido y todo el camino pensaba en como estaría el ave.



Llegué! Dejé el paquete y regresé de prisa a ver si aún podía ver nuevamente al pajarito. En cuanto llegué a casa, Elena y sus amigos estaban en una algarabía única, sintiéndose héroes e investigando qué tipo de alado era. En holandés se llama Watersnip, en español la traducción literal sería agachadizo, pero no he podido encontrar su nombre real.


Les pregunté cómo les fue y muy emocionados me narraron que vino la ambulancia y trasladaron al herido con mucho cuidado, me mostraron fotos y el video que adjunto. Ya pasaron un par de días del gran acontecimiento pero Elena aún habla de su aventura como lo más grandioso que le ha pasado en su corta vida y yo sólo pienso en el gran amor y respeto por los animales que existe en este hermoso país deseando desde lo mas profundo de mi ser que si he de necesitar alguna vez de una ambulancia ya estaría feliz de que venga la ambulancia de animales y me traten como lo hicieron con ese pajarito.

Buffet

– Mami, qué comeremos hoy?

– Hoy comeremos buffet mi amor.

Buffet de verdad…

Me encanta cocinar, en realidad me relaja, me transporta a mi infancia, cuando odiaba entrar a la cocina, ironías de la vida. Mientras mi mamá me presionaba para aprender a cocinar, yo me negaba rotundamente. Por supuesto que no ha sido lo único que rechacé aprender por recomendación de mi madre, pero el tiempo no perdona y, por necesidad o por gusto, aprendes a hacer lo que antes detestabas, en este caso cocinar.

Todos los días dedico algo de mi tiempo a pensar en el menú del día, los ingredientes y su elaboración. Voy al supermercado, escojo los productos, llego a casa y cuando estoy en el proceso de crear algo mágico suele suceder que olvidé comprar algo. Mando un WhatsApp a Jeroen y le pido que lo compre de regreso a casa. Cuando él está en casa termino la elaboración.

Particularmente sólo cocino las porciones necesarias, que no son muchas porque los únicos que comemos somos Jeroen y yo (que como un poco más que él). Sofía come como gato y Elena como ratón.

Cuando sobra algo me da pena tirarlo a la basura y me da rabia si me lo como, así que procedo a congelarlo en un pequeño recipiente.

Al pasar los días me doy cuenta de que la congeladora esta repleta de pequeños envases, es entonces cuando procedo a sacarlos todos y calentar el contenido para que sea la comida del día.

Sale arroz blanco, arroz verde, tallarines, pesto, algún guiso, y algo que no sabía que había guardado. Caliento todo eso y más, y lo pongo sobre la mesa a disposición de los comensales.

Lo que en otras casas se llama resto, pucho, calentado, sobras, en mi casa Srs. se llama buffet y no se aceptan quejas porque se come lo que hay.

Paciencia

La paciencia es una virtud que los holandeses tienen y disfrutan aunque no lo saben.

Al pasar los meses desde mi arribo a estas tierras lejanas me preguntaba: ¿Por qué todo va tan lento? ¿Por qué debo usar una agenda? ¿Para qué esperar tanto? De pronto me ví con agenda en mano anotando la cita con el oftalmólogo que está programada para dentro de 7 meses. ¿Qué me pasó? Soy una más atada al sistema.

Esperar, esperar, seguir esperando… eso lo aprendí aquí. Nunca supe esperar, a veces espero tanto que me olvido de que estoy esperando y de repente la agenda me lo recuerda. Pero a veces también sucede que no lo anoto en la agenda y olvido algún evento o se me cruza con otro.

La santa paciencia de este país me ha transformado en una mujer paciente y desacelerada. Se puede decir que he desarrollado una virtud sin esfuerzo, algo positivo. Parece una cuestión de karma que, cuando voy al súper, delante de mi está alguien que pagará con monedas de 5 centavos o cuya tarjeta no funciona o que dice ‘espere un momento’ porque se olvidó algún producto. Tal situación parece no importar a los demás pero a mi me enerva sobremanera, no lo soporto, pero luego recuerdo que estoy en Holanda y se me pasa.

Cuando quiero dar un examen o pedir una cita, toca entrenar la paciencia porque será en un plazo no muy breve y recibir resultados tomará una eternidad.

Mientras escribo estas líneas me doy cuenta de por qué los pacientes médicos se llaman pacientes. Será que el primer paciente fue holandés?

No puedo pedir a un país que cambie por mi, sólo puedo decir ‘oh dulce paciencia, dame más paciencia’.

Un laguito chiquito.

A la orilla de un lago chiquito extiendo la manta a cuadritos bicolor, me tumbo mientras veo a las niñas zambullirse en el agua y conversar con otra niña extraña. Me sorprende la facilidad con la que hablan con extraños, me alegro y a la vez me da miedo.
El lago no es profundo, las niñas juegan con confianza, a lo lejos observo los molinos de viento y sigo su compás. Un poco más cerca pasean los botes blancos y tengo curiosidad… ¿Quiénes estarán a bordo y que estarán haciendo en ese instante? Me imagino de todo y me dan ganas de tomar una cerveza helada pero no lo hago, pienso que no debo, no sé exactamente por qué.


De pronto pasan miles de pájaros blancos, son gaviotas, se ven lindas pero no me gustan porque cagan desde arriba, parecen bombarderos. Hace unos días una me envió desde lo alto un cague que por suerte (o desgracia) me cayó en la mano.

Sigue ‘soleando’, no me quiero levantar. Las niñas siguen jugando, ahora lo hacen con la arena. Recuerdo cuando era niña y remojaba mis pies en un riachuelo de un pueblo lejano. 

Se acercan las niñas trayendo su colección de conchas, quieren usarlas para decorar la casa, hace más de un año que se dedican a coleccionarlas. Abandonan el juego y se van a mecer en los columpios, se balancean una y otra vez, regresan, me abrazan, las amo, soy feliz, nada me falta.

El perro de mi vecino 

Me gusta mucho ir al karaoke y cantar hasta quedar afónica. Me gusta cantar, no porque lo haga bien, todo lo contrario, creo que para mi es un sueño reprimido subir a un escenario con un vestido largo de color rojo escarchado, que me ilumine un reflector y que el público imaginario me aplauda y ovacione, escuchar mi nombre a viva voz y sentirme la diva que no soy. Soñar es gratis, así que a veces pongo los temas que me gustan y canto, me contoneo, invento coreografías y sigo cantando.Un buen día mientras gozaba, escuché el ladrido de un perro, apagué todo y el ladrido se apagó también. Volví a mi rol de cantante de salsa y volvió el ladrido, una locura. Luego me di cuenta de que cuando comenzaba a cantar el perro ladraba y cuando yo me callaba él también lo hacía. Me causó gracia y seguí cantando hasta que el perro desgraciado en vez de ladrar empezó a aullar y así se quedó toda la mañana.

  

  
Desde aquél día cada vez que canto el es infeliz… o quizás no. Quizás lo disfruta y sólo me quiere hacer compañía, hacerme saber que no estoy sola. Me lo creo y vuelvo a mi escenario imaginario, me visto con mi elegante vestido rojo y sigo cantando.

Gente sin sazón.

 Estoy en Holanda desde hace 4 meses, en este tiempo he conocido tanta gente con la que no habría nunca imaginado tener contacto; gente de más de 20 nacionalidades y 5 continentes distintos. Me encanta, especialmente cuando se les nota felices, emanan una vibra Super positiva, tanto que me da ganas de abrazarlos y absorber todo su positivismo cual vampiro.Yo no soy muy positiva pero tengo una cara alegre que hace que cuando estoy triste no se me note nunca. Esto me trae un recuerdo de hace mucho tiempo, alguien me dijo: ‘Eres tan risueña que parece que coqueteas’ jaaaaa, me alegró tanto el día que le invité a salir.

  
En fin. Las personas que voy conociendo no necesariamente se convierten en mis amigos, me encantaría que algunos lo fueran pero hay otros que me hubiera gustado jamás conocerlos… ¿Por qué hay gente tan ácida? Tan sólo con verlos ya caen mal. Hay una mujer específica que tiene la nariz respingada y me mira con ojos de furia. He sido cortes con ella, he seguido el protocolo de buena persona pero esta mujer sobrepasa mi educación. Es tan ‘sin sazón’, tiene una sonrisa que dudo que sea suya.

  
La miro y pienso ‘¿habrá nacido así o será que el marido no le cumple?’ Mientras pienso en las opciones del por qué de su desazón ella me sorprende con un cruce de miradas, yo le sonrio y ella me dice con los ojos ‘Vete a la mierda’.

Primer intento.

Hace unos días fue mi primer intento por aprobar el examen teórico de manejo. Luego de haber leído el manual y haber resuelto el balotario, me di cuenta de que no pienso como holandesa. Yo conduzco como sudaca al volante, si me tocan el claxon yo mento la madre a alguno y de paso le muestro el dedo medio. Me divierto manejando. 

Acá hay tantas señales que ni sabía que existían; hay luces en los carros que estaban ocultas y lo más raro es que todos respetan las reglas de tránsito, hasta los animales. 

   
Entré a la entidad competente para registrarme, se supone que debo hacerlo con una máquina pero como me niego a perder el contacto con las personas me acerqué a la recepcionista, una señora buena gente y le pregunté que hacer ya que pedí un examen en inglés y la máquina esta en holandés, osea como haríamos?

La señora me llevó a la máquina y apretó los botones por mi, se lo agradecí. Luego me pidió que deje todas mis pertenencias, incluyendo el reloj, en los casilleros. Me dirigí hacia ellos sin tener ni la más mínima idea de cómo funcionaban.. para qué tanta tecnología? Volví a consultar, esta vez a un muchacho que recién debía haber cumplido la mayoría de edad y me miró como diciendo: ‘Mire anciana, presione ON, luego una clave que recuerde y gire la palanca.’ ‘Aaaaaa ya gracias joven’, pensé.

A continuación fui nuevamente a la recepción y la señora me preguntó si estaba nerviosa, le respondí que sí, de hecho me moría de miedo. Me miró el reloj y me recordó que debía guardarlo así que volví a los casilleros pero no recordaba cuál era el mío ni la clave, volteé y la señora me llama diciendo que lo deje con ella que luego ya soluciono lo otro.

Entré por una puerta blanca a un ambiente muy amplio del mismo color, con módulos alrededor donde se posaban unas pantallas táctiles. Me indicaron que debía colocarme en el módulo 1. Me senté, leí las indicaciones y presioné ‘Start’, me arrepentí inmediatamente pero ya no pude hacer nada más, la primera pregunta pasó y yo no terminé de leerla, así pasaron muchas más, intenté concentrarme pero ya la razón me decía que me detenga y me vaya. Yo me negué y concluí la prueba, presioné ‘Finish’ y automáticamente apareció en la pantalla ‘Fail’.

 

Primera parte , esa si pasé
 
Me dio rabia y a la vez risa porque no recuerdaba aún donde había puesto mis pertenencias, me acerqué a los casilleros, los miré y felizmente sólo había uno cerrado así que supuse que era ese. 

Me dirigí al auto, subí y arranqué. Me reí nuevamente porque me acababan de reprobar pero aún podía manejar con mi licencia peruana. 

Cosas de la vida.

 

Segunda parte, fallé
 

Ser niño en Holanda, es ser un niño feliz 😉

Si yo hubiera sido niña en Holanda habría abusado del sistema holandés ya que ser niño en Holanda es realmente grandioso. Cuando voy al colegio a dejar o recoger a las niñas veo niños felices, sus caritas reflejan tranquilidad, el apego que tienen con sus padres es impresionante . Todo lo contrario a lo que nos hacen creer acerca de que el Holandés o europeo es frío no tiene ningún argumento sostenible… en realidad hay de todo, pero quiero verlo lindo, como un poema de colores. Cómo no sería feliz un niño si despierta y su desayuno es un pan con chocolate? Tal costumbre se basa en que los niños deben tener energía para aguantar todas las horas que deben pasar en el colegio.


 Y nada más divertido que ir al colegio con sus amigos montando bicicleta, si llueve mejor aún, es más emocionante, disfrutan, ríen y buscan los charcos para salpicar a sus amigos. Quién no quiere hacer eso cuando es niño? (cuando somos grandes también pero nos reprimimos).

8 am, niebla en el camino.

Tengo el lujo de poder dejar a mis niñas en sus aulas todas las mañanas, sentarme un rato con ellas para que me muestren lo que hicieron el día anterior. Sus aulas son como un salón de juego lleno de papeles multicolores pegados a la pared y al techo, con andamios repletos de libros y juegos educativos.

El patio del colegio al que van mis niñas da hacia la calle con una reja baja y una puerta que se abre fácilmente, al principio creí que era inseguro porque lamentablemente ni en sueños existiría un colegio así en mi país (yo hubiera abierto la puerta y me habría escapado a cualquier otro lugar).

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Paso a veces por allí ya que el ‘super’ me queda cerca, uno de esos días era justo la hora del recreo de mi enana menor y vi cómo se reía con sus compañeros, ella no habla holandés pero igual goza (como su madre). Empezó a llover y la profesora se puso la capucha, los puso en fila y poco a poco los fue llevando dentro (sin pánico). Por supuesto ellos querían seguir jugando para mojarse y corretear bajo la lluvia.

Otro día entré al colegio y encontré a un señor que muy alegremente tocaba el acordeón, los niños entraban felices y los padres también.

Siento que la educación aquí es más relajada, los niños no se estresan en el colegio por aprender, no es una competencia, los niños tienen que jugar y los educadores aplican la teoría de aprender – jugando. Y no sólo eso sino que también los niños aprenden a su ritmo, no más rápido ni más despacio, todo a su momento. Los holandeses usan mucho esta frase: ‘Aprenderá cuando esté listo’.

Los niños tienen libertad, por las tardes salgo con las niñas a los pequeños parques cerca a casa y veo niños muy pequeños paseando solos, montando bicicleta, mirando el pasto o fijando la vista en el cielo siguiendo el rastro blanco que dejan los aviones. Otros niños prefieren la pesca y se van al canal a probar suerte con sus amigos.

Vista desde el balcón. 

A los niños los dejan ser, sin miedo, yo me he preguntado en reiteradas ocasiones si podré algún día pensar como lo hacen aquí. Yo temo que les pase algo malo mientras están solas, quizás son traumas que traigo de donde vengo.

Será que el secreto de tener niños felices es criarlos con libertad y sin miedo?

Aquí me siento niña otra vez.

Holanda figura en el septimo lugar.

Aprendiendo holandés 

No hablo holandés. Tal situación me limita a pesar de que balbuceo inglés y por lo general los holandeses hablan inglés.

Estoy en una búsqueda infatigable de cursos de holandés no sólo porque quiero aprender sino porque necesito tener un pretexto para salir de casa y hacer amigos. Ante todo la sinceridad o no?

Fue así que hace unos días fuimos a la biblioteca a buscar libros para las pitufas locas y me enteré que los martes a las 9:30 hay un programa al que los extranjeros y no extranjeros pueden asistir para practicar el idioma con voluntarios de habla holandesa.

Hoy fui y me gustó, nunca vi tanto chino hablando holandés, se ve y se escucha raro. Todos los participantes eran oriundos de China y Surinam, algunos con muchos años viviendo en Holanda pero con muchas ganas de seguir aprendiendo. Una señora que lleva viviendo 12 años en Holanda mostraba orgullosa el periódico local donde lucía en una foto con un ramo de flores en los brazos porque ganó un concurso de poemas en holandés, bien linda la señora.

Yo como novata, estaba a lado de una muchacha de 21 años que creo que no tiene ni idea de donde está, la niña llegó hace 2 semanas con su esposo y lo que decía es que acá tiene 21 años pero en China 22. Alguien me podría explicar como así?. Sabían que en chino se escribe primero el apellido y después el nombre? Yo no. Estos detalles me entere gracias a la traducción de chino a holandés a cargo de la ganadora del concurso de poesía y a la vez a la traducción de holandés al inglés del voluntario, sino no había forma de que me entere.

Así estudio chino – holandés.

Lo bueno es que por primera vez hablé por una hora entera solo holandés (y chino un poquito), pensé en holandés, sentí el holandés, creo que estoy lista para empaparme de holandés.

El siguiente martes puntualita asistiré para aprender cultura china y de paso holandesa.

Una semana interesante.

Ya me conectaron el aparato del internet, mis hijas tienen vida social en el cole y en el barrio, le agarre confianza al timón (aunque me metí por la vía de bicicletas y la gente me miraba con ganas de escupirme). Felizmente no pasó la policía y yo conchuda hasta la muerte. Digamos que fue una semana intensa. 

Estar bajo presión me hace sentir ágil, que puedo hacer mil cosas a la vez y pensar en lo que haré la siguiente hora. Es un estado que me gusta, me hace sentir productiva. 

Así paso la semana, corro para un lado y corro para el otro. Hemos ido a práctica de gimnasia, tenis, natación, a buscar escuela de holandés para mí (sin mucho éxito) e hicimos lo que nos gusta: preparar un queque, esta vez de plátano. 

El pasatiempo que me llena es cocinar y en realidad puede ser un suculento plato con ingredientes sofisticados o un arroz con huevo. Últimamente me dio por hacer tortas y mejor si estaban decoradas para algún evento especial. Hacerlo me hace feliz. 

Yo creo que un buen queque debe estar siempre listo para cualquier ocasión. Si o no? A mí particularmente me gusta tenerlo listo para ser disfrutado. 

El que hicimos, de plátano, era para agradecer a una vecina que nos ha tratado bien desde que llegamos y para convencer a su niña de jugar con las mías. Fue todo un éxito, se divirtieron mucho y les encantó. 

   

receta semi inventada. deliciosa
   
Ya ven, es bueno tener el queque listo.

Pd. La receta lo pondré en otro post 😘.