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Caminar y caminar

Salir a pasear sin rumbo alguno, sólo con la intención de regresar a casa, es una cosa que me encanta hacer.

Me animo a salir aunque dude si va a llover o no, me divierto más si salgo sola, adentrándome en mis pensamientos sin más interrupciones que mi inestabilidad para la concentración y paso de un recuerdo a un proyecto o de una idea a un hecho.

Escucho por los audífonos lo que suena, me gusta cualquier género musical, disfruto la melodía que continúa. Me siento libre, el viento frío acaricia mi piel, protejo mi rostro dentro de la casaca.

Salgo a caminar, a veces para escapar de esas cuatro paredes que son mi hogar, necesito salir y a veces hasta huir. En esos caminos que no sé cómo elegir me escondo aunque todos me vean.

La sonrisa de un extraño me hace pensar en la gentileza de la gente, esa piedra que sin querer pateo me hace recordar que aún puedo jugar con canicas.

Sale un rayo de sol, alumbra mi piel y disfruto de él, su calidez me recuerda que estoy viva y a la vez veo lo hermosa que soy.

Mira el pajarito


La tarde se hacía oscura, Elena y su amiga salieron a jugar a los parques aledaños y yo preparaba un pedido de empanadas para delivery mientras se oía en el parlante la canción de ‘la negra tiene tumbao’ de Celia Cruz.


Miro a través de la ventana y las dos niñas, junto a un vecinito, discuten sobre algo. De pronto Elena entra precipitadamente a la casa, llena de pánico me pide que corra fuera porque había un pájaro herido. Dejé las empanadas en el horno, salí a ver qué acontecía y me encontré con un frágil animal acurrucado y mal herido, un gato caminaba alrededor y los amigos pensaban que él había hecho del pajarito su víctima.


Elena y sus amigos, desesperados, me pidieron que llame a la ambulancia de animales y pida ayuda: ‘por favor mamá llama pronto, el pajarito se puede morir’ me decía mi tierna criatura con esa voz que solo suena a dulzura.


Yo, preocupada por las empanadas que dejé en el horno, corrí nuevamente a la cocina a ver si ya estaban listas, al mismo tiempo que debía preparar las bolsas para llevar las ricas empanadas a su destino. Vuelve a entrar mi niña para preguntar si ya llamé y le dije que lo haría en cuanto pudiera.


Felizmente llegó ‘Súper Papi’ y se puso a disposición de la pequeña y su banda. Llamaron a la ambulancia y les dijeron qué hacer: ‘Ponga al pájaro en una caja de cartón’. Elena retorna rauda a la casa, ‘Mamaaaaaaaaaa necesito una caja de cartón!’ Yo, pensando en las empanadas, no tenía cabeza para buscar una caja de cartón así que le di un polo viejo que estaba por allí diciendo: ‘Vaya esto también sirve’. Pero no, no servía. Viene Jeroen y me dice: ‘Necesitamos una caja de cartón’. En ese momento pienso que me vieron cara de distribuidora de cajas de cartón? Respiro y le digo que saque uno de mis pares de zapatos de su caja y use la pinche caja de cartón.



Voy poniendo las empanadas en orden, estoy contra el tiempo y a la vez me muero por salir y ser cómplice de ese acto tan bonito. Por fin termino de armar el paquete y entran a casa trayendo al pichón en la caja de cartón y Jeroen atento al teléfono para seguir las instrucciones. La amable señora al otro lado de la línea le pide paciencia ya que vendrán en 15 minutos. Yo debo salir para llevar el pedido, les pido tranquilidad a los presentes porque todos están alborotados y también les pido que hagan fotos en cuanto venga la ambulancia porque quería verlo todo. Partí con destino conocido y todo el camino pensaba en como estaría el ave.



Llegué! Dejé el paquete y regresé de prisa a ver si aún podía ver nuevamente al pajarito. En cuanto llegué a casa, Elena y sus amigos estaban en una algarabía única, sintiéndose héroes e investigando qué tipo de alado era. En holandés se llama Watersnip, en español la traducción literal sería agachadizo, pero no he podido encontrar su nombre real.


Les pregunté cómo les fue y muy emocionados me narraron que vino la ambulancia y trasladaron al herido con mucho cuidado, me mostraron fotos y el video que adjunto. Ya pasaron un par de días del gran acontecimiento pero Elena aún habla de su aventura como lo más grandioso que le ha pasado en su corta vida y yo sólo pienso en el gran amor y respeto por los animales que existe en este hermoso país deseando desde lo mas profundo de mi ser que si he de necesitar alguna vez de una ambulancia ya estaría feliz de que venga la ambulancia de animales y me traten como lo hicieron con ese pajarito.

15 años

Recuerdo que, con mucha ilusión, busqué mi vestido de novia, investigaba durante horas en páginas web de diseño y también revistas, no quería parecer una princesa pero si de la realeza. Me decidí por dos vestidos, del primero copié la parte del torso y la falda fue del segundo diseño. Hice dieta, ejercicios y seguí un tratamiento de masajes reductores, tenía que entrar en ese vestido!

El día del matrimonio me peinaron y maquillaron mientras tomaba un vaso de pisco sour, luego otro y uno más para los nervios, como me decía mi buen amigo el estilista. La ceremonia sería al mediodía. Fue un día lleno de sol, realmente precioso, la iglesia se llenó con nuestros invitados. Mi familia estaba reunida y la familia de Jeroen llegó a Cusco desde los Países Bajos

Muchos amigos se presentaron de gala y con sus mejores deseos, aunque muchas de mis amistades dudaban que hubiera alguien en este mundo que podía quedarse a mi lado tanto tiempo, no por mi carácter llevadero, aunque este cambió con los años al igual que mi cuerpo. Sabían que era una especie de alma libre incontrolable, pero lo lindo de este matrimonio es que no me controlan, sigo siendo un alma libre y sigo descontrolada, quizás por eso es que hemos llegado a los quince años.

Él, yendo siempre en una 4×4 y yo siempre en un monociclo, haciendo malabares por la vida. Cuando me canso o me caigo, él viene en su 4×4, me recoge y me ayuda a montar mi monociclo y se queda siempre alerta por si pierdo nuevamente el equilibrio

Mucho tiempo juntos, nunca ha sido aburrido, nos hemos mudado más de diez veces de casa y cuatro veces de país, no ha habido tiempo para aburrirnos, había mucho que empacar y desempacar. En la casa donde vivimos ahora estamos ya cuatro años, es un récord, aunque ya me dieron ganas de volverme a mudar. Jeroen dice que aún no y yo le escucho, pero al mismo tiempo voy buscando dónde podríamos seguir nuestra aventura

Además, llegaron nuestras hijas, para ponerle alegría a nuestras vidas, probablemente un día se irán, ojalá que no muy lejos porque las extrañaría demasiado. Los cuatro somos un equipo particular: la entusiasta (Sofia), la ternura (Elena), el papi (Jeroen) y la bruja (yo), definitivamente el equipo campeón

Hago un brindis por que sean más años, montado él en su 4×4 y yo en mi monociclo. Salud por eso!