Viaje para dos

La última vez que salimos de viaje solos y juntos fue justo antes de que nazca nuestra hija mayor, osea hace un poco más de 6 años.

Hace poco que se dio la oportunidad de escaparnos dos días y una noche a Ámsterdam. Mi cuñada vive allí y nos presta su casita. Ella viene a Amersfoort y le prestamos a las niñas.

Después de dejar todo dispuesto y encargar a las niñas que sean buenas con la tía y no abusen de la confianza, el sábado a eso de las 4 de la tarde llegamos a Ámsterdam sin muchos planes pero con ganas de disfrutar nuestra libertad, así que nos dedicamos a caminar nos encontramos con el mercado Alber Cuypmarkt y por supuesto parada obligatoria en el kiosko de papas fritas servidas con abundante mayonesa, que ricoooooo! Me declaro adicta a esta costumbre holandesa, cuando veo papas fritas me recuerda a un pasaje de la película Pulp Fiction donde John Travolta hace mención de las papas fritas que se comen en Holanda, esa peli también es una de mis favoritas de todos los tiempos.

Adicta.

 

Caminamos, paseamos de la mano hasta que nos sentamos a tomar una cervecita que se convirtieron en varias y se nos ocurrió ir al cine que no íbamos solos hace quizá 8 años, vimos the Martian, simpática la peli.

La grande es mía… No es verdad.

Luego de haberme engullido una porción bastante generosa de popcorn nos dispusimos ir a beber algo más y comer algo rico, pero no contaba con este mi cuerpo maltrecho y me desconpuse maaaal, de pronto dolor de cuerpo y unas ganas locas de vomitar, entramos a un bar y pedí agua con gas, no podía comer ni beber absolutamente nada más, me sentía devastada porque debíamos divertirnos y yo con mis achaques de chica pasada de moda, vergonzoso!

 
En fin, dormimos y al día siguiente despertamos tarde, sin interrupción de sueño, nos desperezamos y salimos a buscar un rico desayuno, además teníamos pensado desde hace días ir a algún museo pero no compramos entradas porque no decidíamos a cual.

Ahora mismo hay una exhibición que me encantaría ver que es en el museo de Van Gogh, en esta presentación se muestra pinturas del mismo junto a las de Edvard Munch en un afán de compararlos por la similitud de su arte así que emprendimos el trayecto esta vez en bus porque aún no me sentía al 100%, pero no contabamos con la gran maratón que se realizaba en la ciudad y los trayectos de los buses estaban retrasados y cambiados así que cuando llegamos al museo vimos una fila interminable y debíamos esperar bajo esa lluvia chispeante durante no se bien cuanto tiempo. Nos pusimos en fila y esta avanzaba a su ritmo pero el reloj avanzaba más rápido y se nos acababa el día haciendo fila, así que salimos de ella y caminamos bajo la lluvia pasamos por plazas, calles, edificaciones preciosas y por supuesto más de una vez nos encontramos con la gran maratón de 43 Km. acompañando a esta se veía gente entusiasta que vitoreaba a viva voz a quienes conocían y desconocían, se sentía una atmósfera única, hasta vi flameado una bandera peruana.

   
Paseamos por las callecitas rodeadas de canales y definitivamente teníamos que pasar por la zona roja y no perdernos el espectáculo que resultan las ventanas exibiendo a mujeres de todas las razas mostrando sus carnes que en muchos casos son abundantes y en otros no tanto, inevitable no sentir el aroma cannabis sativiense en el aire, nos recuerda donde estamos, veo los ojos brillosos de los turistas que se dejan llevar por los placeres pecaminosos de la ciudad y nos divertimos, nos reímos, nos miramos y nos recordamos que nos amamos y que no somos dos como era hace años sino somos cuatro, pero cuando se pueda nos volveremos a perder solo los dos.

Ventanas rojas

  

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